Allí entre lo añejo de la piedra
volvió al útero universal;
se sintió libre escudriñando texturas,
imaginando los ojos del orfebre de turno,
acostumbrado al barro nutricio
y al inextinguible impulso creador.
Allí el niño atisbó los secretos de las volutas
y nunca retornó, desencarnado, a la inocencia.
Foto de Eva Lewitus
Muchas gracias, Sergio!!Hacía rato que no andaba por estos lindos lugares tan entrañables para mí. Cariños.
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Maravilloso poema, hermosa foto de Eva. Una hermosa combinación de imagen y palabra para atisbar la “encarnación de la inocencia”.
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