Vinieron por EL MAESTRO. Los soldados poseían armas poderosas, cañones, tanques, bazucas… Lo acusaron injustamente de conspiración e incitar a la violencia.
Los discípulos, desesperados, le preguntaron,
—Señor, ¿Ahora qué vamos a hacer?
Respondió,
—No teman, cuando sus armas enmohezcan y sólo sirvan como chatarras, las nuestras surgirán y los derrotarán.
–¿Cuales armas, si ni cuchillos de cocina tenemos?–, pregunto un discípulo.
Tras una breve pausa contestó,
—Las palabras.
©Jovino González, Abeyno.
Una maravilla, Jovino, las palabras son armas poderosas. Te admiro.
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Impactante Jovino y muy acertado. ¡Me gustó!
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Las obras materiales del hombre el tiempo irremediablemente las consume, sus obras espirituales nada las puede consumir. Las sabias palabras de los grandes maestros de la antigüedad son tan vigentes hoy como cuando las escribieron, algunas a pesar de los miles de años transcurridos.
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